martes, 9 de diciembre de 2008


el ruido de la armoniosa locura me despertó entre los arcoíris y las series de ciencia-ficción, ahí encontré habitantes dorados y camiones amarillos de resignación, iban silencios entre la locura del aire, y la molesta avenida del caos, ellos caminan entre la nocturna violencia y la sabiduría de la velocidad, se pierde como detractores y guerreros de la realidad, ellos roban la vida con pedazos de miedo y la rapidez de una ilusión, son mentirosos en esencia y no les importa perderse en la clandestinidad para robarse el aliento de la vida.

Esos habitantes de mundos dispersos violan sus ideas en busca de venganza, pero es solo el eso de una llama que no caliente sino que arde y traspase las líneas del viento, sus ecos rompen las lavas y las construcciones simbólicas, nos saben de existencia, pero están consientes que en un segundos de descuidos pueden llevarse entre sus colores la calidez de la vida.

Esos trasgresores de moléculas y materia, buscan el recuerdo de las células para construir de nuevo el camino de la sensibilidad.

¿Donde se encuentran esos seres de piyamas amarillas de vidas rojas?

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