Cuando te leo después de años de increíble locura entre pasadizos y memorias, me acuerdo de los sueños que tuvimos, de las ironías que nos han hecho cómplices de la muerte, somos amigos y al mismo modos nos gustaba devorar nuestra sangre, alimentarnos con nuestras propias bacterias, te acuerdas de los cerros que subimos y de Guanajuato, de los laberintos y los libros de pasiones ocultas y disfrazas, de emociones confusas, no fuimos ni seremos nada de nuevo, ya no sé donde estas, ni que te película te gusta ver en el cine, nunca volvimos a ser el infinito
Apoco te gusta mirar el cielo
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