jueves, 28 de enero de 2010

La belleza no era habitual ni era una herramienta, solo era un concepto que ella utilizaba con la inherencia de un secreto mal contando o mal nacido, ella era fuerte y ambivalente, fugaz e inalcanzable, no se permitía sentir ni siquiera el rosar de una mano o la tibieza de la saliva en su cuerpo, ella era ajena a la incertidumbre, pero amanecía cansada. De su mirada no se sabía si pensaba o imaginaba, solo era distante del mundo
A veces no sé qué pasa en mí -pensaba, la mujer de las dos vías
Ella tenía gusto por el control, por la necesidad de poder, de hacer sentir, provocar, por amordazar y cambiar la conducta de seres asexuados en sonidos obscuros de tendencias reptiles, provocaciones universales, y memorias ruidosas. Ella amaba su ego como a su personalidad amante de los castigos y el daño celular. Ella es fuerte y su fuerza era demencial porque hacía temblar el cuerpo de los demás, la gente la miraba, sentía ganas de poseerla, de ser capaz de satifacerla, pero no era posible, ella parecía estar más muerta, pues no le apetecía las cosas comunes y ese era su mayor defecto, solo sentía cuando su vida estaba en peligro, cuando sus ojos tenían lágrimas, cuando la sangre corría por su rostro, cuando el dolor era tan fuerte que perdía el conocimiento.
A veces quisiera ser, otra persona, otro mundo, otro instante
En medio de ese mundo intermedio estaba la otra personalidad, la mujer que veía como el mundo se movía rápido, y los ruidos se acrecentaban, toda esas sensaciones de desesperación, todo ese mundo que caí despacio antes sus ojos, un mundo que parecía transcurrir como toda una vida, no era más que un segundo porque dentro de su cuerpo como ataúd descansaba la mujer de las perlas y la mirada suave, la mujer pequeña, la niña que tenía el rostro de color cenizo, pero la que sabía que existen las fragancia y las texturas, que la música es un manía que despierta los sentidos, que ocultamos, en la perversiones, en la realidades. Esa mujer disfrutaba de otro modo la vida, ella se sentía corrompida por las acciones de su caja material, ella solo era parte del molde no lo era completamente.
Una era extraña en su propio cuerpo y la otra era la amante del mundo, pero no se amaba así misma lo suficiente como para admitir que su otra personalidad tenia deseos ocultos de quien es, deseos de quien ha sido, deseos extraños, tenia deseos que ella no sabía porque, ella quería entender sus dos partes que no se habían fusionado.
Pero la realidad era que no podían fusionarse...

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