domingo, 6 de febrero de 2011

Ese sonido que me fue agrupando por la piel, ese sonido que me fue derritiendo por dentro, dicen que cuando la realidad se vuelve chiclosa, pastosa y no sabes si caminar o arrodillarte, solo necesitas mirar tu interior, al mio se humedece de ruido y se agrieta de sentirse herido, no saber si caminar por la derecha o seguir el camino que va de bajada, pero los recuerdos tan aparatosos como  metálicos se agrupan en sentidos y sensación, dicen que así sucede cuando el cuerpo grita y la mente se dispersa, las canciones que siguen nuestro latido interior nos mostraran que el viento sigue su curso como cuando sonreímos  dormidos, lloramos callados, o nos enojamos con esa parte que hace conocer que  más hay, que hay detrás del confuso sentimiento.
      Ahora me he abandonado a mis recuerdos,  y recuerdo que prefiero los frapuchinos al refresco de cola, las galletas a los panes, me acuerdo que algún tiempo sabia hacerla y buñuelos también,  los vegetales a los pescados, el sonido agudo ante  los encabalgamientos, las piedras al frió,   el caminar a los transportes. Mi chico es una bicicleta vieja y roja: se llama Samuel,  mis cosas personales tienen nombre, me gusta  ese saborcillo que tiene la sangre. Nunca fui tan rapida,  esa sensación de las cosas se pueden  mover,  no quise a las cucarchas aunque estuvieran vivas,  me gustan  las especies en la comida,  los tacos y  el sabor  a uva en los labios, los lugares cálidos, aunque me encantan las mañanas almendradas y nubladas, sentir el frió viento romper la tibieza de mi rostro, disfruto cuando se empapa mi cabello, el clima de playa me favorece, esos ojos grandes, no, trato de no salir herida, pero me rompí un hueso, y algo más,   me pinte las unas rojas de una mano y transparentas de otra,  el despertador  se me ha perdido, la luna se ve desde la venta de mi nuevo cuarto, no he dormido en mi cama desde que me fui de viaje,  me siento mas segura y cómoda ahí,  no tengo un lugar definido, anoche soñe con una figura de paja, y con un arbol  gris, que tenia  ramas  delgadas y suaves, extraño  caminar, a los gatos que viajan en estrellas, a las ex pos y los vinillos, no me importa que el tinto de caja se esfume en mis labios,  me gusta mucho los cuadros y me gustaría mas poderlos tocar, sentir las texturas y los nombres, entre mas  singular sea mas  atención le podre, pero lo que más extraño ahora no lo puedo hacer ni decir. 

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