Una de las cosas que me más disfruto en la vida es el aire y la rapidez del viento, a veces cuando ruedo pienso en San luis, siempre he creído que es una cuidad pequeña donde aveces no hay muchas cosas que hacer, también creo que tiene algo de mágica o por lo menos a mi me han pasado cosas curiosas en ella, cosas que van desde la coincidencias hasta los lugares que se encuentran ocultos en la cuidad como simples falladas viejas y dentro de ellas hay mucho más de lo que imaginan los viajeros y los mismos habitantes del lugar, quizás porque están tan acostumbrados de decir que pinche pueblo quieto, que perdieron la capacidad de asombro o la capacidad de búsqueda, quizás porque las cosas están escondidas dentro de las plazas, he oído historias de burros en motocicletas, restaurantes en mercados, recuerdos amaneceres bellos en universidades, los caminos que voy descubriendo en mi bici, el árbol gigante que es mi favorito en el mundo, el árbol donde solía comer dulces cuando no iba a la escuela, los cerros que escalado y la tierra roja, los trenes viejos que he visitado, las cárceles que aún en sus recovecos guardan esa esencia pesada de fantasmas, los hoteles, los bares viejos que se caen a pedazos, los sótanos, el baño de la biblioteca militar, o quizás solo soy yo la que va buscado lugares donde sentirse cómoda, donde perderse, donde comenzar divagar el comienzo de una nueva historia o vivencia.
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