domingo, 19 de septiembre de 2010

con un tambor desperte en mi olvido


Yo fui inerte y extraña en un mundo que no concibió el ruido como parte fundamental de la cotidianidad diaria, esta semana me case y bese, me embriague de recuerdos y fugaces memorias, me divorcie cuando perdí mi anillo en una cajita de barro, hable de mis sentimientos, la noche me cubrió y me consumí en ella, dije lo que pensaba entre frases que se acartonada en mi alma, guardar silencio era mi especialidad, fui espectadora en un mundo donde la simetría era perfecta y el dolor humano era rutinario, fui ajena en la relaciones, me perdí en una colonia chaca, camine solitaria en su oscuridad, el miedo me guio por diferentes bosques, caminos de quien fue el lobo que devoro mi interior, grite en medio de canciones, comí mi propia resignación, el hombre que perdió me mostro el camino que me llevaría a mi propia seguridad, me guie pos su canto, camine entre los ruidos que solo podía escuchar mi cerebro, me cambie el nombre como representación de aire, firme con él, fui la personas que pasaba desapercibida entre los egos, me pude perder en abismos, pero me detuvo y me avente con la pura intensión de estrellarme en un pantano de recuerdos y salir con el aire que aún me queda contenido en los pulmones, ese aire que impulsa en los juegos de los seres pueden sobrevivir en lugar que los encuentra ajenos a ellos para darme cuenta que las verdades se disfrazan de palabras y salen de mi boca con la intensión de gritar y pintar un cuadro de laberintos en mi rostro, me di cuenta en medio de mi debraye mental que la muerte es mi lugar común y la soledad es mi constante

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