Esto lo encontré en mis documentos
Un día triste, ella sonrió y dijo adiós. No se despidió pues las circunstancias no se lo permitieron. No supo dejar de sonreír, se sentía tan jóvenes como ellos, sólo que un poco más vivida por la edad, pero sólo la separaban media generación. Ella entendía de tribus urbanas y no se escandalizaba al oír muerte y secuestro o drogas y grafitis, asaltos y policías. Ella era su maestra y ellos no la veían como tal, pero eso no implicaba que no la respetaran.
En el campo de batalla, el aventar bolitas ella nunca fue victima de ninguna, pero si vio volar ciento de partículas de esencia de arboles, no le importaba que lo hicieran mientras le pusiera atención y no ignoraran sus comentarios sobre la importancia del punto o la confusión de la g por la j, jardín no se escribe con g porque sino diría gardín o así no se escribe “haora”, ahora.
Ambos crecieron con el internet, Messenger y las comunidades en línea, tenían amigos que nunca conocerán por la distancia, aunque tengan vidas paralelas y vidas en diferentes San Luis, uno en México u otro en Bolivia, aunque conozcan de lenguaje de señas y le encuentre sentido al arte y al diga sobre no pertenecer a la sociedad, a no ser parte de ella y estar en medio de habitantes extraños. Unos porque los discriminan y piensas que son delincuentes, sólo por ser cholos, por tener navajas de fuelle y por vivir siempre en la lejanía de su propia soledad, su propia isla de violencia. Y otros porque no quieren pertenecer.
No crecieron con la misma musicalidad, ni piensan que las ideas son concretas, pero sabe lo que estar triste y rabiosos. Es que así crecimos, en la violencia y con violencia, decían ellos. Sabían someter a sus detractores y no por su debilidad dejaban de jugar, por sus miedos en consumir cualquier dulce y su tristeza las escondían en su mochila junto a su escaso dinero, no sabían leer ni escribir bien, pero entendía muchas cosas que la gente de su edad no.
Les gustaban las leyendas y les molestaban ser comparados con pandillero, aunque ellos tenían su propia pandilla, algunos jugaban futbol otros tenían la dulzura en su alma, algunos más tenían odio contenido en sus palabras, otros lastimaban a los animales, la mayoría gritaba con rabia, esa rabia estaba ahí cuando ellos cerraban los ojos. Algunos querían ser soledad, otros les gustan las estrellas, les dolía el estomago y la mayoría rara vez se bañaba. Ellos había dejado a tras a su infancia.
Todos eran hombres lastimados por una cultura, por su movimiento y por su soledad, no crecieron tan diferente a ella, algunos odiaban a su papá como ella alguna vez lo odio, la intentaban alburear y en lugar de enojarse se reía de ellos. Ella sabía lo que era crecer en un ambiente de violencia, sabia lo que era ver morir y de asaltos, de ser discriminada, de odiar y de juzgada por su aspecto físico, de tener miedo y estar cansada de vivir así. Ella los entendía porque ella creció igual. Ella alguna vez fue como ellos. Alguna vez estuvo sentada frente a un maestro que solo hablaba y reprimía. Alguna vez estuvo ahí como ellos.
La escuela no debería ser un lugar así, un lugar oscuro lleno de rejas o conspiraciones para convertir a los individuos en no pensantes, por ser pobre no implica no tener sueños. Ser pobre no implica tener que vivir en la violencia, es como jaula de metal donde la injusticia y el silencio son los compañeros de su infancia y su juventud. A la gente no le importa como se educan. No importa las escuelas no educan solo reprimen.
Vivismo en la constancia de que la realidad es absurda, con ella entendió tantas cosas que no puede olvidar.
Los chicos gritaban cada uno con una mirada colorida, algunas tenia un aura morada otros no tenían densidad en la materia, otros estaban solos, algunos más mascaban chicles de uva para olvidar su resignación en la vida, pero lo extraño es que hablan a gritos como esperando pasar desapercibidos.
Algunos le regalaron dulces, otros mazapanes, otros le gritaban, algunos la odiaban y ella podía sentir su odio, otros la admiraban y algunos más solo le sonreían,
La violencia
Lo triste es saber que jamás los volverá a ver, que nunca podrá leer los cuentos que ellos escribirían, ni saber en que consiste su odio a la sociedad, ella esta cansada de eso, ella sabe que ellos pueden morir en cualquier momento. Lo triste es saber que no puede ser su maestra porque nunca fue represiva con ellos, que nunca dejo de sonreírles, que le gustan pasar el tiempo con ellos, que busco cuento que les pudieran gustar, que ella aprendió mas con ellos, que ellos de ella. Que entendió su odio, su soledad y ahí es donde ella siento que falló porque los tuvo que dejar.
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